04/01/2011 - 20 usuarios online
Michael Guillén: ¿Escribió usted "The visitor" con Richard Jenkins en mente? ¿Qué es lo que vio en Richard? Tom McCarthy: Lo primero, es que supe que quería cuatro personajes principales, y tres de ellos no norteamericanos. También quería que esos tres personajes fuesen interpretados por tres actores no conocidos por la audiencia norteamericana. No quería que el personaje protagónico fuese interpretado por una gran estrella de Hollywood, no hubiese fluído con el tono de la película. Así es como empecé a visualizar al personaje: me pregunté quién podría cuajar en la historia que tenía pensada, ese actor que podría ser cualquier hombre que conozcamos, un hombre cualquiera, con la eventual capacidad de transformarse en un tipo extraordinario. Muy pronto me decanté por Richard. Sentí que debía ser él. Ambos estábamos trabajando en L.A. y nos dimos cita para cenar juntos. Al terminar de conversar supe que empezaría a escribir para él. Un año después, le mandé el guion terminado. M. G.: Usted tiene múltiples talentos. Actúa, escribe, dirige. Me pregunto cómo vive usted el proceso de un casting para el guion que está escribiendo: supongo que al escribir, usted se aferra a la imagen de un actor. ¿Podría hablar un poco de los beneficios y dificultades de la escritura bajo esas circunstancias? T. McC.: No sé cuáles son las dificultades, porque, como usted dice, es un proceso. Un proceso al que me he acostumbrado. Siempre intento seguir un par de pautas básicas, aunque procuro que dentro del proceso creativo puedan intervenir las personas con las que trabajo si tengo dudas. Por ejemplo, le di una copia del guion a mi editor, Tom McArdle, un año antes de que empezáramos a rodar; le pedí que se lo leyera para que pudiéramos comentarlo. Necesito feedback sobre lo que estoy escribiendo por parte de personas que conozcan íntimamente mi trabajo y mis intenciones. Cuanto antes puedan opinar, mejor. Entonces es que el proceso comienza a ser fascinante. Con respecto a haber podido conocer a Richard antes de empezar a escribir, sencillamente facilitó muchísimo la escritura. El personaje se nos aparece de un modo mucho más personal cuando se tiene una visión tri-dimensional de quién es esa persona. Se entienden mejor su espíritu y su ritmo personal, y se pueden combinar ambos desde el primer momento. Esta combinación comienza con el guion y termina en las dos semanas de ensayos previas al rodaje. Estas dos semanas de ensayos no solo sirven para estar seguro de que los actores comprender en profundidad lo que están encarando, sino también para terminar de encontrar el tono final del guion, redondearlo. Es el paso final para darle forma al personaje a través del actor, encontrar la simbiósis que parte de la página. Es esencial que todo sea personal, que uno pueda siempre palpar su propio guion. M. G.: De la página a la pantalla... ¿Cómo logra desarrollar el ritmo de la película? T. McC.: Esa es una gran pregunta. Es un proceso que empieza en el guion y no termina hasta la sala de edición. ¿Cómo podemos hacer que las cosas sigan fluyendo sin que se pierda la sensación de quietud tan necesaria para contar esta historia? Una gran parte de este ritmo está implícita en la cadencia del guion. Las secuencias son lentas, algunas recalcan incluso una ilusión de tiempo real, pero a la par, cortamos una escena para pasar a otra en plena acción. El final de una escena se da con una pregunta que no tiene tiempo de escuchar su respuesta - respuesta que veremos o intuiremos al comienzo de la escena siguiente. Esos pequeños trucos del guion están pensados para darle una esencia a la historia. Todo transcurre con cierta languidez sin dejar que se pierda la tensión entre una secuencia y otra. La historia habla por sí misma, encuentra su propio tono. Y así llama a una audiencia que se implique con la película resultante, tanto a nivel emocional como a nivel intelectual. M. G.: Hablando de tensiones, la tensión política que se narra en "The visitor" está siempre presente. Agradecí que la película no ofrezca un remedio falso a los problemas que viven los inmigrantes de nuestra sociedad. T. McC: Sí. Es uno de los temas más recurrentes cuando se comenta la película, sobre todo por parte del público en general. Honesta y prácticamente, no podía solucionarse el problema de los personajes, no en el tiempo que narra la película. Lo más importante es que, en mi cabeza, yo siempre tuve claro que no se trataba de ese tipo de personajes que se ven recompensados milagrosamente. Tengo tres amigos que residen en Nueva York, una mujer joven que acaba de casarse con un un hombre gay porque necesita un permiso de residencia para no separarse de su novio. Los tres se entienden de maravilla y ninguno se lo pensó dos veces. Pero los tres son muy jóvenes. Al enterarme de la boda, yo me sentí viejo. Se dan situaciones hoy en día que a algunos nos cuesta entender por su sencillez; esa sencillez y despreocupación que puede darse con 24 años de edad. Esa manera de entender las cosas que ni Walter ni Mouna tienen ya. M. G.: Aunque no ofrezca falsas esperanzas, la película en sí es muy esperanzadora. ¿Puede hablarnos de esta esperanza que se siente en "The visitor" ante el problema que se vive en Norte América y su burocracia inhumana? T. McC.: Creo que la sensación de esperanza que mencionas viene de la conexión entre los personajes de la historia. He viajado mucho, y siempre me sorprende que al llegar a un país, después de haber escuchado de todo acerca de su gente, esa misma gente te sorprende por sencillamente ser encantadora. Cuando eso sucede, cuando conecto con personas en primera instancia, se da una situación de entrega, honesta y abierta. Eso es lo que pretende decir "The visitor". Todos los que trabajamos en ella entregamos nuestros corazones a sus personajes, porque aunque sea de modo dramático, forzado o a veces incluso gracioso, estos personajes conectan entre sí. En ese sentido es que se da la esperanza. Ningún gobierno puede quitarnos eso. Nos quitan tantas otras cosas, pero el compartir humano es intocable. Cuando, después de proyectar la película, gente del público me viene a preguntar qué fue lo que le pasó a tal y tal persona en la vida real, siento que hemos hecho un buen trabajo: la audiencia ha conectado a su vez con los personajes. M. G.: Así que usted presenta a la empatía como una "opción política". T. McC.: Es posible. Más que una opción, creo que la empatía es un punto de partida. No intento contestar a demasiadas preguntas en esta película. Lo único que procuro decir es que cualquier movimiento social y político se basa en los impulsos humanos. Primero está lo humano. Es muy fácil olvidarse de algo tan básico. M. G.: ¿Le ayuda el ser actor a la hora de escribir? T. McC.: Absolutamente. Todo forma parte del mismo proceso: es narración en estado puro. El hecho de involucrarse con los actores y los demás trabajadores que se encuentran presentes durante la pre-producción y en el set, le aporta siempre algo a la historia, que para ser buena, creo, debe de ser íntima y contar con trabajadores implicados íntimamente. Uno es lo que narra, del mismo modo que el actor se implica de cara a su personaje. No hay que dejar de informarse: todo, cualquier charla, cualquier opinión puede aportarnos información para nuestra película, nuestro personaje, la escena que estamos escribiendo. Todo. Esa conexión no puede más que ser beneficiosa para la obra que estamos creando. Basado en http://twitchfilm.net/site/view/the-visitorinterview-with-tom-mccarthy/
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