19/11/2010 - 22 usuarios online


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Lolo Rico, guionista: "Transgredir puede llevarte al triunfo o al más absoluto fracaso"

Rico
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Ella misma se presenta en la entrevista que publicó El Correo este domingo. «Me llamo Dolores, que me perdonen aquellas Dolores que se sientan ofendidas por lo que voy a decir, creo que el nombre influye en la manera de ser de las personas. Dolores evoca malestar, tristeza, infelicidad..., aunque, conforme pasa el tiempo, lo de Lolo me va pareciendo ridículo».

A sus 73 años, la guionista, ex programadora y realizadora de RTVE, autora de cuentos infantiles, editora y creadora del mítico programa 'La bola de cristal' Lolo Rico nos recibe en su casa de San Sebastián. La vemos aparecer en la puerta, escondida tras sus enormes perras Swing y Selva -«madre e hija»-, que en cuanto oyen la conversación se ponen a roncar sin reparo. En la habitación hay una televisión de muchas pulgadas apagada y libros por todos los rincones. '¿Por qué los españoles comunicamos tan mal?', de Manuel Campo Vidal; 'El amigo americano', de Patricia Highsmith; 'Tim Burton. Diario de un soñador', de David García Panadero y Miguel Ángel Parra, 'Cielo nocturno', de Soledad Puértolas...
En las memorias que acaba de publicar con la editorial Plaza & Janés, Lolo Rico se pregunta cómo es posible que el tiempo pase tan deprisa «y yo no me dé cuenta».

-¿Cuántos años siente que le han robado?
Diez. Creo que he hecho todo diez años tarde. Debería haberme separado diez años antes, debería haber escrito un buen libro diez años antes y debería haber hecho 'La bola...' diez años antes. La vida es como un juego y cada uno tira sus propios dados. Yo he tirado los míos mal.

-¿Qué necesitaba recordar?
Me he callado muchas cosas en mi vida, pero siempre he sido sincera. No he querido hacer un relato cronológico, sino más bien tratar aquellos acontecimientos y hechos que más me han marcado.

-Una niña que nació en una familia de derechas y se convirtió en una mujer de izquierdas, que se casó y tuvo siete hijos, que acabó divorciándose cuando nadie lo hacía, que quería hacer una carrera a toda costa. ¿Siempre se sintió fuera de lugar?
El lugar que me hubiera correspondido era hacer vida social, y a mí eso no me llenaba. Siempre había sido una gran lectora y aventurera. Tan pronto quería ser una escritora famosa que gran pintora, que ganar el Premio Nobel, ser exploradora, pirata... Mis sueños y mis fantasías estaban marcados por un hacer algo, no esperando en casa a mi marido. Recuerdo un vestido en viella verde con un lazo de terciopelo marrón en el cuello que tenía de niña. A mí me apretaban esas telas y los corsés que me hacía mi abuela de perlé con ganchillo. Los botones se me clavaban en la espalda. Yo no quería vestir así.

-Dice que el dinero que ganaba lo tenía que ingresar en la cuenta de su marido.
Es más, cuando mi padre se puso muy enfermo, también me tocó ingresarlo en la cuenta de mi padre. Nada era tuyo, a pesar de ganarlo.

-Hoy día, ¿cómo se puede ser una mujer de izquierdas?
Difícilmente. Aún espero que las cosas se recompongan. También pienso que esta etapa de crisis puede servir para que la izquierda reviva, comprenda y se vuelva combativa en el sentido de que se mueva más, que tenga unos objetivos claros y vaya a por ellos, que no sea una izquierda posibilista de este tiempo que poco a poco se ha ido acomodando y pareciéndose más a la derecha. Que se defina, vamos. Entonces será más fácil o más difícil ser de izquierdas. De momento, mantener el tipo no es fácil.

-Qué complicado es desvincularla de 'La bola de cristal'. ¿Le pesa que su trabajo haya dejado huella?
No, me gusta muchísimo. Que mi trabajo haya dejado huella en un par de generaciones me da una idea del afecto y cariño recogidos. Es muy emocionante y conmovedor.

-Fue la primera mujer que dirigió un programa de televisión en España.
Soy la primera mujer que ha hecho muchas cosas. Aunque es igual haber sido la primera que la tercera o la cuarta.

-Parafraseando la canción del programa, ¿qué tenía esa bola que a todo el mundo le molaba?
Ingenio, humor, talento y un equipo buenísimo. Era transgresora y tenía un ambiente de total libertad.

-Surgió en los ochenta, en pleno 'boom' creativo. ¿Sería posible repetir aquella generación?
Se podría hacer un programa de unos contenidos paralelos. El mal y el capital no han decrecido, al contrario.

-Con los cambios sociales habidos -bodas entre homosexuales, familias monoparentales en aumento...- ¿qué contenidos tendría hoy 'La bola...'?
Pero es que entonces hubieran cabido estos contenidos!

-Sin embargo, vemos que la mayor parte de los espacios que triunfan no son transgresores.
Transgredir puede llevarte al triunfo o al más absoluto fracaso. Pero sí, tienen éxito los que son muy dóciles y tienen un pensamiento de lo que se ha dado en llamar políticamente correcto. A mí no me interesa triunfar así.

-Programas como 'O.T.' tienen todos los ingredientes que criticaría.
Es que a 'O.T.' sencillamente no me entretengo en criticarlo, me parece un horror que jamás haría ni presentaría. Programas donde hacen la peor de las violencias: la estupidez. Supongo que es más fácil dirigir a una ciudadanía moldeada en la estupidez desde la niñez que enseñarle a pensar.

-¿Salvaría algún programa?
Tampoco condenaría. Sí salvaría los informativos y las series. Hay alguna que gusta y que no debe de estar mal. Yo sólo veo, cuando me acuerdo, 'Cuéntame'. Es un programa nostálgico que te recorre toda la historia y donde ves reflejada mínimamente tu vida.

-Hace diez años, cuando empezó 'Gran Hermano', decía: «Es lícito hacerlo, pero no soy partidaria».
Ahora soy enemiga acérrima. Lo repudio. Todo lo que se vive allí es tan primitivo e imbécil...

-Menciona que también le horrorizan los presentadores perfectos.
Me parece muy bien que los hombres y las mujeres sean guapos y guapas, pero que también sean inteligentes y buenos profesionales. Hay algunos presentadores que son así, pero la mayoría no. Yo siempre prefería tener varios presentadores, no uno solo, estéticamente imperfectos. Que pudieran llevar gafas, que ninguno fuera anoréxico y alguno llevara aparato en los dientes...

-Es tan fácil apagar el dichoso aparato como encenderlo.
La televisión tiene algo maravilloso: un botón para apagarla. Pero no es tan fácil como dice, porque encenderla se corresponde con un movimiento irracional. Llegamos a casa y, sin pensar, la encendemos, bien porque nos da miedo el silencio, por costumbre, porque hay un programa que interesa... Nos habituamos a que esté allí y no nos acordamos de desconectarla. Apagar la televisión es como terminar con algo. 'Y apagué la televisión', decimos con rotundidad. Y sin embargo, para encenderla no.

-¿Qué le parece esa imagen de los niños recién levantados encendiendo la tele para ver dibujos?
Se sientan y antes de desayunar ven dibujos animados y los avances más espectaculares de las películas que la cadena va a dar a lo largo del día o la semana, y que no sé por qué no eliminan. Los niños se van al colegio con los dibujos animados en la cabeza. Estoy intentando analizar cómo los futuros políticos, banqueros y jueces analizarán el mundo después de haber estado horas frente al televisor viéndolo a través de dibujos animados. Ver el mundo en una pantalla trivializa la realidad. Es horrible.

-Dibujos sí, pero no hay casi programas infantiles. ¿Es que los niños de hoy son menos niños?
Hacer programas infantiles es una responsabilidad que nadie quiere.

-¿Ningún programador le ha pedido consejo?
No, he desaparecido. Soy una de las personas que más saben de imagen en España. He estado delante y detrás de las cámaras, he hecho guiones, realización y producción, he sido analista en televisión y he escrito ensayos, pero no me llama nadie. Es fácil entenderlo. La televisión que se hace no me gusta, pero yo no le gusto a la televisión que se hace. Junto a mi nombre, en las fichas de los responsables de las cadenas figura algo como 'buena profesional, pero conflictiva'.

© El Correo / abc guionistas

29/12/2008 21:28:46