04/01/2011 - 19 usuarios online
El escritor zaragozano Jesús Gil Vilda ha sido junto al director Xavi Puebla autor del guion del film "Bienvenido a Farewell-Gutmann", que se estrena este viernes. Se trata de la primera experiencia cinematográfica de este licenciado en Químicas que ha plasmado en el libreto su propia experiencia como empleado de una multinacional. Instalado en Barcelona, Gil Vilda cuenta en una entrevista que ha publicado el diario aragonés El Heraldo la experiencia de incursionar desde una labor científica en el mundo literario y cinematográfico.
El giro en la orientación profesional de Jesús Gil Vilda puede achacarse al destino o, como él mismo dice, a la casualidad, pero ante todo es la culminación de un sueño, el de la escritura, que siempre había cultivado a través de relatos, poesías y las novelas “Entre guerras” y “El puente de los esquimales”. Su experiencia previa en el mundo laboral, con sus alegrías y sinsabores, le ha servido para desarrollar una fábula sobre unas personas adictas al trabajo y que, al no ver más allá de sus despachos, se obsesionan con la carrera por la sucesión en una compañía farmacéutica tras la muerte del director de Recursos Humanos. La película, protagonizada por Ana Fernández, Lluís Soler y Adolfo Fernández, ha causado buena impresión a los expertos y fue reconocida con dos Biznagas de Plata en el pasado Festival de Málaga. Mientras prepara nuevos proyectos, Gil Vilda espera que su paso por la cartelera sea el más exitoso posible.
- ¿Cómo decidió enfocar su carrera hacia el cine?
Estudié en la facultad de Ciencias Químicas, hice un máster y, como mucha gente que realiza esa carrera en Zaragoza, tuve que emigrar. Me fui a Cataluña, primero a Tarragona, donde trabajé en una multinacional del sector químico como ingeniero de procesos y luego en el ámbito tecnológico como director de ventas para Europa. Llevé una vida bastante agitada, con muchos viajes, pude conocer el choque de culturas en una multinacional y recorrer varios continentes. Aunque dura, fue una etapa enriquecedora debido a las experiencias. En la compañía en la que estaba hubo un proceso de reestructuración, y me pidieron que despidiese a gente o que me fuese yo, y decidí lo segundo. Siempre había escrito, ya fueran relatos o poesías, y entonces se cruzó en mi camino Xavi Puebla, que después de elaborar el guion de su primer película buscaba a alguien con quien compartir el proceso. Le mostré mis textos, le gustaron y empezamos a colaborar juntos, y de ahí han salido, además del guion de “Bienvenido a Farewell-Gutmann”, dos más que están en producción.
- ¿Se había imaginado alguna vez la posibilidad de ser guionista?
A los 22 años preparé una novela de juventud que, por pudor, está todavía metida en un cajón. Mi madre solía escribir poesías muy buenas, que no había intentado nunca publicar, y mi abuelo hacía lo propio con obras de teatro que se representaban en su pueblo, en Tarazona. Tenía esa inquietud, pero nunca se me había pasado por la cabeza dedicarme a ello. Fue algo casual, ya que tenía material acumulado que muy poca gente había leído. No obstante, el mundo laboral es una fuente inagotable de inspiración. Hay anécdotas que, en pantalla, pueden resultar cómicas o dramáticas, son historias en sí mismas que a lo mejor al estar inmersos en el día a día de nuestro trabajo nos cuesta poner la distancia necesaria para percatarnos de ello.
- ¿No resulta algo contradictorio decantarse en un principio por las ciencias y después por la escritura?
Una cosa no quita la otra. Creo que recibir una formación en ciencias es bastante más enriquecedora desde un punto de vista narrativo, como demuestran los ejemplos de Frank Capra, que era ingeniero químico, y el de I. A. L. Diamond, guionista de Billy Wilder, con el que escribió sus mejores obras, (como “El apartamento” o “Con faldas y a lo loco”). Este firmaba con pseudónimo y sus iniciales son el acrónimo de “Interscholastic Algebra League”, en alusión a que ganó varias medallas de oro en una olimpiada matemática. Dudo que la formación académica te oriente necesariamente hacia una faceta artística en concreto.
- ¿Cuándo surgió su colaboración con Xavi Puebla?
Nos conocimos en 1999. Escribimos el guion de “Bienvenido a Farewell-Gutmann” en 2003 y la película se ha estrenado tras un proceso muy largo. Se basa en una idea original que había preparado Xavi en 1998 para el cortometraje “La entrevista”, que no logró financiación.
- ¿La historia de la película tiene un poso autobiográfico?
La documentación parte siempre de uno mismo. Todos los personajes guardan algo del autor. Cada uno tiene un rasgo tanto mío como de Xavi, lo que no quiere decir que en el film acontezcan experiencias idénticas a la realidad. Hay que marcar una cierta distancias con los hechos para poder dramatizar.
- ¿Qué siente al ver su nombre en los créditos?
Pienso en mi madre, que no ha podido ver la película terminada porque murió de cáncer. También tengo muy presente a Jordi Domingo, el productor, fallecido una semana después de acabar rodaje en un accidente. El film está huérfano desde entonces. Él levantó la película, creyó desde el principio en el guion y arriesgó, lo que es encomiable, ya que en el cine no se asumen muchos riesgos. Su pérdida fue una canallada que nos dejó bastante destrozados.
- Se ha comentado que la obra tiene cierto tono teatral. ¿Cuáles fueron sus fuentes de inspiración?
De la debilidad hicimos virtud. Para conseguir que te produzcan una película si no tienes nombre o algún pariente no pone el dinero, debes ingeniártelas para hacer un guion suficientemente barato, como el de la obra, centrada en siete personajes presentes en unas cuantas localizaciones, todas ellas interiores. Esto implica una gran ventaja, ya que si uno se limita en lo creativo agudiza mucho más el ingenio. Esta característica potenció la expresividad y el dramatismo del guion. La premisa puede parecer teatral, pero ni las interpretaciones ni la dirección se ajustan a ello. Hay un tratamiento estético clásico que marca cierta distancia con el espectador y creo que es positivo porque quisimos dar a la película un tono de cuento. Si de entrada parece realista al desarrollarse en un entorno reconocible, poco a poco entra más en la abstracción y la poesía.
- ¿Pensaron en algún actor concreto a la hora de crear los personajes?
Queríamos que el papel de Adela lo encarnara la actriz Ana Fernández, y tuvimos la suerte de que, en cuanto leyó el guion, llamó para aceptar, aunque pasaron más de dos años hasta que pudimos hacer la película. Estamos muy contentos del cástin. No es algo que elija el guionista, pero Xavi siempre me consultó. Todos han hecho unas interpretaciones excepcionales.
- ¿A quién se le ocurrió el nombre de la farmacéutica?
A mí. “Farewell”, ‘despedida’ en inglés, es el contrario de “welcome”, palabra que coincide con el nombre de una de las empresas punteras en investigación contra la epilepsia, aun que luego cambiara de denominación y fuera absorbida. “Gutmann” significa ‘hombre bueno’ en alemán, de forma que el título completo es ‘adiós al hombre bueno’.
- Toda una declaración de intenciones.
La película habla de que, por mucho que un trabajador medio piense que si trabaja mucho y lo hace bien conseguirá el reconocimiento y el éxito, no siempre es así. En ocasiones hay que conspirar para conseguir el poder.
- Considerando los condicionantes de la industria española, ¿cómo fueron las fases de rodaje, financiación y distribución?
El presupuesto ha sido muy bajo. Jordi Domingo tuvo claro cuáles iban a ser las líneas maestras de la producción: el cástin, en el que se invirtió lo necesario, y la dirección artística. Cuando concluyó el rodaje de la película, con todas las desgracias que he comentado, que introdujeron un elemento desestabilizador, esta cambió de manos y la empezó a llevar otra productora. Luego nos ayudó mucho el Festival de Málaga, que hace de trampolín para la distribución, y se interesó Aurum.
- ¿El mundo laboral es un buen cauce para retratar las miserias de la sociedad?
Estas se dan sobre todo en el trabajo. El impacto de lo que sucede en el ambiente familiar, a diferencia de lo que ocurre en los despachos, no se suele ver en la sociedad.
- ¿Cuál es el objetivo de la película?
Se ha escrito que habla de la ambición o de las enfermedades del alma, pero creo que en realidad, o al menos es el tema que más me seduce, trata de la adicción al trabajo. Adela, Fernando y Lázaro, los personajes principales, por diferentes motivos, viven en el espacio de sus despachos pensando que si lo pierden serán muy desgraciados, cuando en realidad no siempre es así, y hablo por experiencia.
- ¿Qué esperan de su carrera comercial?
No es una película típica del verano que alguien iría a ver para disfrutar del aire acondicionado y de las palomitas, pero somos moderadamente optimistas. Es un film con el que la gente se puede sentir identificada por los problemas que muestra.
- ¿El film invita a la reflexión?
Una obra tiene que dejar saciado, si el espectador enseguida quiere hablar de ella es porque hay cosas que no se han cerrado bien, que no se han entendido o con las que no se está de acuerdo. Después de ver una película debe imponerse el silencio.
- Hable de sus futuros proyectos. ¿Prepara la adaptación de la novela “El puente de los esquimales?
Esa es una novela para la que busco editorial. La obra, que tiene un título alternativo (“Crisis de gran mal”) fue uno de los textos que Xavi leyó cuando empezamos a colaborar. El guion está escrito y espera producción. Ahora estamos moviendo un guion original que sigue la línea de la película en cuanto a economía de presupuesto. En cuanto a la faceta de escritor, a finales de año pretendo tener acabado mi tercer libro.
- Ha dado el salto como guionista. ¿Se ve algún día en la silla de director?
El guion es un terreno árido e ingrato, sobre todo en el cine español, donde los profesionales no tienen suficiente reconocimiento. En principio, al menos a corto plazo, no contemplo lanzarme a la dirección. Primero tendría que formarme más.
© Heraldo.es / abc guionistas
10/07/2008 08:01:46