04/01/2011 - 24 usuarios online
Pablo Solarz, que acaba de terminar el rodaje de Juntos para siempre, avanza por un terreno conocido y no. A sus espaldas, una vasta y exitosa carrera como guionista (Historias mínimas, ¿Quién dice que es fácil?, Un novio para mi mujer); bajo sus pies y en el horizonte cercano, su nuevo rol, de director. El desafío es doble: está trabajando, según él, en algo así como la contracara de las comedias románticas que creó. El título de su opera prima es irónico.
"Para siempre: absurdo, ridículo. Nada es para siempre. Las comedias románticas, incluso las mejores, intentan transmitir tranquilidad en el final. Pero, tras el final feliz viene el infierno. Tenía ganas de hacer una película en base a esta realidad, sin resignar elementos cómicos. Juntos... es una sátira romántica. El negativo de las comedias románticas que escribí en los últimos tiempos".
Es raro escuchar a un autor de comedias románticas hablando de la imposibilidad del amor perdurable...
No hay nada que no tenga un componente amargo: como autor, no hay que tenerle miedo. Me gustan mucho las comedias y también otros géneros: las películas que tienen comicidad, pero se van oscureciendo. Los conceptos tragedia o comedia suelen definir, hoy, simplemente si una película termina mal o bien. ¿Pero qué pasa cuándo tenés a dos personajes que no están predestinados a estar juntos e insisten en intentarlo? Pienso en películas como Los amantes: un "final juntos" también puede ser desolador, trágico.
Sé que el protagonista de tu película, que es guionista, es principalmente negador.
Digamos que intenta desconectarse de una realidad dolorosa. La negación es universal. Cierto nivel de negación es saludable para poder vivir. Pero, cuando se vuelve excesiva, es enfermiza y enfermante. Mi intención fue avanzar con un personaje que niega cualquier cosa que lo detenga de sus objetivos principales. La realidad le exige una inmediata reacción, fundamentalmente en el plano sentimental, y él la saltea sistemáticamente. Así se genera una olla a presión, a la vez cómica: él es como un Mr. Magoo del amor.
¿Cómo te sentís al haber ampliado tus roles dentro de un filme? ¿Te pesa la responsabilidad?
Siento que estoy aprendiendo mucho, que estoy capacitado para filmar una película. Seguramente, con errores de principiante. Pero me rodeé bien, estuve muy ávido por aprender y sin complejos para admitir lo que no sabía. Consulté a muchos desde la etapa de escritura a Lucrecia Martel, Peto Menahem, Juan Taratuto. También me ayudaron mucho mis alumnos más avanzados del taller de guion.
¿Tu formación de guionista no te hace correr el riesgo de atenerte demasiado a la palabra escrita?
Ser guionista me hace confiar en mi guion. Es el único aspecto en que soy un profesional. Vengo del teatro: tuve que aprender todo de nuevo. En realidad, estudié cine en Chicago, donde aprendí los rudimentos. Después pasé por una triste experiencia televisiva. Hasta que a los 28 años, cuando trabajé en Historias mínimas, aprendí de Carlos Sorín que el cine tiene su idioma, como la música; su lenguaje de imágenes. Ahora hice una película de actores, con mucho diálogo. Laburé seis años en el guion y tuve seis semanas para filmarla. No tenía voluntad de improvisar. Me daban miedo las ocurrencias. Creo que no hay fórmulas.
¿Por qué tu experiencia en televisión fue "triste"? Trabajaste en "Por ese palpitar" y "Tiempo final", entre otros ciclos.
Porque no me gusta la TV. No la pasé bien, no fui feliz. Quizás no tuve suerte. Hay que tener una personalidad especial para ser feliz en la tele: te tiene que importar menos tu trabajo; no se puede ser riguroso sin tiempo suficiente. Pero tuve experiencias buenas, como trabajar con Pablo Fisherman.
Las películas que hiciste como guionista tuvieron mucho éxito. ¿Eso te condiciona como director?
Habría que definir qué es éxito. Con mi película, me cagué de risa y me cagué llorando. Tiene una historia, una estructura emocional. Si logro plasmar todo eso, para mí va a ser un éxito. En cuanto a lo comercial, no depende de uno. Hay películas que escribí, lo digo con cariño hacia todas, que no me gustaron, a pesar de que tuvieron mucho éxito comercial. El concepto de éxito, en general, es discutible.«
En "Juntos para siempre", un prestigioso guionista (Peto Menahem) niega la realidad inventando historias. Algunas se convierten en películas; otras pasan a formar parte de su cotidianeidad. Su esposa (Malena Solda), harta de la vida que lleva junto a él, le es infiel, pero ni siquiera logra conmoverlo al confesárselo. Cross, el guionista, entabla otra relación sentimental y sigue avanzando en su construcción de mundos ficcionales. "Escribí pensando en Peto Menahem, con el que ya trabajamos juntos en un corto y nos entendemos muy bien. En el caso de la protagonista femenina, armamos un casting de 4 o 5 actrices. Pero Malena tuvo un despliegue tan conmovedor que lo cerramos con ella", dice Solarz. Otro personaje importante es el de Florencia Peña. "La conocía de trabajos masivos para la tele. Hasta que la vi en una obra de teatro con Luis Luque (que también trabaja en "Juntos..."). Me metí en el camarín y ahí mismo le ofrecí un papel en la película".
En 2006, Pablo Solarz dirigió un cortometraje de 25 minutos, titulado "El loro", que fue seleccionado para distintos festivales internacionales.
Por Miguel Frías, para www.clarin.com
28/12/2009 15:25:15