04/01/2011 - 14 usuarios online
"El pequeño Nicolás" es una de las series de novelas ilustradas más populares para varias generaciones de franceses, muy conocidas también en el resto del mundo. Su adaptación a la gran pantalla, más de medio siglo después de la aparición de los primeros relatos creados por René Goscinny (el también padre de los no menos famosos personajes Astérix y Obélix, el visir Iznogoud y Lucky Lukee) e ilustrados por Sempé, constituyó el mayor éxito del cine francés el pasado año. Ahora las aventuras de este niño de los años 50 que se mete en un problema tras otro llegan a los cines españoles. Su director y coguionista, Laurent Tirard, habla del desafío y las dificultades de encarnar al mítico personaje infantil.
- ¿Cómo nació el proyecto?
Los productores Marc Missonnier y Olivier Delbosc tenían en mente adaptar "El pequeño Nicolás" y pensaban que yo era la persona más indicada para hacerlo. Se pusieron en contacto conmigo. No se trata, por tanto, de un proyecto que saliera de mí. Sin embargo, cuando me lo propusieron, me resultó algo evidente. He crecido con "El pequeño Nicolás". Lo leí cuando era adolescente. Es una obra con la que me identifico, me habla en primera persona. Inmediatamente, supe cómo iba a ser la película.
- ¿Cuál era su relación personal con "El pequeño Nicolás"?
Con su aspecto tan universal, con el que todos podemos identificarnos, me remitía a mi propia infancia – aunque no se trate de los mismos años. Me hacía reír, pero con una cierta nostalgia. Me gustaba mucho la segunda lectura, un nivel para los niños, un nivel para los mayores. Tiene también una cierta poesía. Me veía reflejado en la escena en que Nicolás decide irse de casa por la noche con su petate. Yo también planeé escaparme de casa alguna vez. ¡Una, incluso, recorrí varios metros! Más adelante, se convirtió en una referencia para mí, y cuando estaba enfadadísimo, amenazaba con hacer la maleta e irme, y retomaba el discurso de "El pequeño Nicolás": "¡Un día volveré con un montón de dinero y todo el mundo estará muy jorobado!" Era una manera de tomármelo a guasa haciendo alusión, al mismo tiempo, a ese momento de la infancia.
- ¿Cómo explica que el tándem Goscinny-Sempé sea tan universal?
Es difícil explicar con palabras por qué una obra como ésta es tan perfecta, cómo Sempé y Goscinny supieron hasta qué punto tocaban una cuerda sensible. Es lo propio de un artista, porque está en conexión con algo del inconsciente colectivo. Han sabido captar un aroma, una música que se escapa del libro y llega hasta el lector. Es la infancia, y cada uno se reconoce en esa mezcla de ironía y poesía, esa mirada a la altura de un niño y, al mismo tiempo, a la altura de un adulto. Cuando Spielberg hace una película con niños, consigue ponerse a su altura. He visto muchas de sus películas, para tratar de comprender cómo lo hace, porque no se trata sólo de poner físicamente la cámara a la altura de un niño, sino de contar una historia a su altura, sin dejar de ser adulto y hablando a los adultos.
- En el momento de la preparación, ¿no le impresionaba ese material tan apabullante? ¿Cómo lo hizo?
'El pequeño Nicolás'Hasta ahora, desde un punto de vista artístico, nunca había tenido que rendir cuentas a nadie, salvo a mí mismo y los productores, con lo que era totalmente libre para hacer la película que quería. Para esta película, tenía que rendir cuentas, una responsabilidad artística que no siempre resulta evidente. En el momento del telefonazo inicial, sentí un cierto temor con respecto al tema. Pero si tienes miedo, no puedes lanzarte. No tienes que pasarte el día preguntándote lo que pensarían Sempé o Goscinny ¡Hay que ser lo suficientemente inconsciente como para tirarse a la piscina! Y confiar en que el resultado guste. Con Grégoire Vigneron, mi coguionista de siempre, nos hemos sumergido en la obra y en la vida de René Goscinny. Tras hablar con Anne Goscinny, tenía ganas de entender qué había de René Goscinny en ese personaje que le resultaba tan personal. Sabía que la clave de la adaptación residiría a la vez en su obra y en su vida. Por eso, intenté comprender a René Goscinny personaje. Era una persona que buscaba su sitio en la sociedad y pensaba encontrarlo gracias a la risa. En la época en que era contable, le encantaba pensar que era el grano de arena que iba a hacer que todo descarrilara. Sentía atracción por un cierto desorden y se dio cuenta de que la risa podía ser, al mismo tiempo, una defensa en una sociedad en donde uno no se siente a gusto en su sitio y el modo de integrarse. Son cosas que he ido leyendo entre líneas en sus biografías y que tenían mucho significado para mí. El niño que busca su sitio en la sociedad se convierte, por tanto, en el eje sobre el que se construye toda la historia. En la primera escena, preguntan a Nicolás qué quiere ser de mayor y no lo sabe. Al final, lo sabrá. Partiendo de ese eje, hemos recorrido la obra, la hemos diseccionado historia por historia, situación por situación, frase por frase. Es el mismo sistema que habíamos utilizado para Molière ("Las aventuras amorosas del joven Molière"), mi anterior película. ¡Nos dimos cuenta de que disponíamos de material suficiente para doce horas de película! Tuvimos que elegir y no dudar en suprimir situaciones, aunque nos gustaran mucho, para mantener la coherencia de la historia que queríamos contar. En todo caso, conservamos algunas, como la visita del ministro, que no era esencial para la historia pero que es importante para el personaje de Clotario. Trabajamos durante varios meses diseccionando la obra, componiendo la historia de manera fluida y coherente, hasta la realización de una primera versión del guion. En una segunda fase, contamos con la colaboración de Alain Chabat. Se lo había pedido yo porque, en aquella época, él iba a interpretar al padre y, psicológicamente, necesitábamos su bendición. Para Anne Goscinny –y coincidimos con ella – él es sin duda el heredero espiritual más claro de René Goscinny. Anne considera que "Astérix y Obélix: Misión Cleopatra" recoge realmente el espíritu de su padre. Necesitábamos que Alain leyera el guion, lo aprobara y nos echara un cable en los diálogos, las situaciones, los pequeños detalles.
- Hace un momento hablábamos de un doble nivel de lectura, uno para los niños y otro para los adultos. ¿Cómo ha tratado este aspecto?
Me gusta mucho el doble nivel de lectura inherente a la obra original. En las películas de Hollywood de los años 30 al 50, para salvar la censura, los guionistas no tenían más remedio que decir lo esencial en forma de subtexto. Con la distancia, al volver a ver esas películas, a menudo, nos damos cuenta del verdadero sentido de los diálogos, que parecían limpios y planos. Me encanta esa doble lectura. La censura provocó el nacimiento de ese tipo de escritura. No es en absoluto lo que ocurre con "El pequeño Nicolás", los personajes son todos planos y sin dobleces. Pero notamos sus defectos, sus frustraciones, sus problemas. Cuando leemos "El pequeño Nicolás" a un niño, no percibirá todo lo que un adulto puede descubrir. Esto es una prueba de la riqueza y de la inteligencia de la obra.
© Vértigo Films-abc guionistas
03/05/2010 22:04:16