04/01/2011 - 21 usuarios online


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Denys Arcand: "Soy guionista y realizador de cine, no activista político"

Arcand
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El guionista y director canadiense Denys Arcand, conocido por su visión perspicaz y poética de la sociedad actual, regresa con la película "La edad de la ignorancia", tercera entrega de la que considera su trilogía después de "El Declive del imperio Americano" y "Las invasiones bárbaras" (Oscar 2004 a la Mejor Película de habla no inglesa).

Su nuevo trabajo -con guion propio- es una inteligente sátira sobre el mundo moderno, una reflexión acerca de la moral de nuestra época contada a través de una comedia disparatada en la que un aburrido funcionario se refugia en el mundo de la fantasía para hacer realidad sus sueños.

Protagonizan esta película el cómico canadiense Marc Labrèche (nominado al premio Genie por su interpretación en esta película) y la actriz alemana Diana Kruger ("Adiós Bafana", "Copying Beethoven") junto a las participaciones del cantautor Rufus Wainwright (compositor de algunas de las canciones de "El Aviador", "Brokeback Mountain", "Yo soy Sam"...) y la actriz francesa Emma de Caunes ("La escafandra y la mariposa", "Las vacaciones de Mr Bean").

- ¿De dónde surgió la idea de "La edad de la ignorancia"?
Debido al éxito de "Las invasiones bárbaras", estuve un año viajando por todo el mundo concediendo entrevistas. Duró todo un año, desde Cannes hasta los Oscar del año siguiente. Después de tres meses pensé: “¿Existe alguna persona a la que le gustaría hacer lo que hago ahora?”. Empecé a pensar en un tipo que nunca habría salido en la tele, al que nunca le habrían puesto un micrófono delante de la boca, pero que sueña con ser entrevistado, con conocer a estrellas de cine y codearse con la jet set. Así nació Jean-Marc Leblanc.

- ¿Escribió el papel para Marc Labrèche?
No había trabajado con Marc, pero es un actor cómico muy famoso en Quebec. Habíamos coincidido un día en otro proyecto justo antes de que empezara a escribir este, y me di cuenta de que nos hacían gracia las mismas cosas. También tenía la edad perfecta y ese aspecto anodino ideal para el personaje, pero lo más importante es que estábamos exactamente en la misma onda. Me quedaba solucionar lo más difícil: ¿Cómo iba este hombre anodino a hacer algo con su vida, qué soluciones podía ofrecerle?

- Como guionista y director, ¿las películas son su forma de ‘criticar’ a la sociedad?
En Hollywood hay un dicho muy bueno: “Si tienes algo que decir, manda un telegrama”. No digo que no tenga nada que decir, pero sobre todo tengo una historia que contar. Desde luego, la historia tiene aspectos simbólicos. No me siento capaz de hacer un drama puro y duro o 90 minutos de comedia. Mis películas siempre fluctúan entre la comedia, la tragedia, el humor, el melodrama. Por eso soy guionista y realizador de cine y no activista político. Tiendo a ver los dos lados de una discusión.

-La vida de Jean-Marc es aburrida, sin cariño, pero sus sueños están llenos de mujeres que le adoran.
Llenan un enorme vacío emocional y sexual. Todo empieza cuando, estando los dos en la cama, le dice a su mujer: “Me preocupa mi madre”. Ella le contesta: “Bueno”, mientras sigue jugando con la consola Gameboy. Jean-Marc sale al jardín y se va al cobertizo, donde le espera Diane Kruger, que le pregunta: “¿Cómo está tu madre?”. Es lo que quiere oír, pero que nunca oye. Si vas a tener una amante en sueños, mejor que sea Diane Kruger con una copa de champán delante de una chimenea encendida. No hay límites en los sueños.

- La película nos presenta nuevos personajes, pero el espíritu es el mismo que en El declive del imperio americano y Las invasiones bárbaras.
Es la última entrega de la trilogía. Después de "El declive del imperio americano", de "Las invasiones bárbaras", ¿qué queda? Los años oscuros. Tengo la sensación de que vamos hacia una nueva Edad Media. Quería desarrollar ese tema porque la Edad Media representa la guerra contra el islam: los infieles, las cruzadas. Así estamos ahora. También representa el repentino deseo de la mujer de convertirse en inaccesible y tener a los hombres recitándoles poemas.

- ¿Hay esperanza para Jean-Marc?
Hay mucha esperanza, pero no sé cuál es su mejor esperanza. He añadido una referencia personal al final de la película cuando la manzana en el cuenco se convierte en las manzanas de Cézanne. El arte es mi salvación, pero no sé qué solución escogerá Jean-Marc. Quizá vuelva a la ciudad, quizá se quede en el campo. No importa tanto lo que haga, sino lo que sabe. Tampoco importa el lugar. La paz puede encontrarse en el corazón de una metrópoli. Pero es lo que se debe encontrar, la paz y la serenidad.

© abc guionistas

14/04/2008 16:49:46