07/09/2011 - 17 usuarios online
El guionista francés Thomas Bidegain nació en 1968 en un pueblo de Zuberoa, en el País Vasco francés cercano a Maule. De ahí su apellido: Bidegain. Al cumplir dos años se trasladó con su familia a París, pero su conexión vasca no termina en su nacimiento. Su primer trabajo se lo ofreció el productor guipuzcoano Elías Querejeta, para quien trabajo en una empresa estadounidense que distribuía clásicos del cine europeo. Después, conoció a Jacques Audiard, director y coguionista de Un profeta (2009). Noticias de Gipuzkoa lo entrevistó:
- ¿Cómo comenzó su relación con Audiard?
Llegué a él a través de mi faceta de distribuidor y productor. Durante el rodaje de su película De latir, mi corazón se ha parado (2005), yo veía el material filmado diariamente porque Jacques no quería hacer ese trabajo. Entonces yo reescribía algunas partes de la historia y añadía secuencias. Esa fórmula la repetimos después en Un profeta, en la que también fui guionista junto a Jacques.
- En origen, 'Un profeta' era una historia ajena.
A mí me llegó como un guion sobre un pequeño delincuente de origen árabe, llamado Malik como en la película, que asciende hasta convertirse en un gran gángster. El personaje pasaba en la cárcel sólo las primeras 20 páginas, pero reescribí la historia para que transcurriera casi toda en prisión, donde ocurre lo realmente interesante. Allí el personaje aprende y evoluciona frente a lo que ocurre con los corsos y los fundamentalistas, que son personajes más clásicos y estáticos. Por lo general, los gángsters de las películas acumulan muertos como en los videojuegos: matan a un montón de gente y todo es una cuestión de inflación.
- Mientras que en su filme al protagonista se le aparece continuamente el fantasma de su primera víctima.
Claro, porque ese fantasma es su conciencia. Teníamos varias reglas para escribir a Malik, que solo nos interesaba en la medida en que aprende. Además, todo ese aprendizaje -matar, leer, traficar- se ve casi en tiempo real. Así, el espectador va a la misma velocidad que el personaje y no se aburre. Y lo del fantasma... El día que encontramos esa idea fue un gran día. A veces ponemos un billete sobre la mesa y el que tiene la mejor idea de la jornada se lo lleva. (Risas)
- En el cine el actor siempre fue la estrella. A partir de Hitchcock el director obtuvo también cierto protagonismo, pero el guionista...
Eso está cambiando en algunos aspectos, y por ejemplo, las series estadounidenses ponen al guionista en primer plano. Para un productor, pagar a un buen guionista es pagar un buen seguro. Así es más fácil contratar mejores directores y actores.
- Aparte de talento, ¿qué necesita el autor de un buen guion?
Trabajar con un buen director, porque él es el jefe, quien imprime su sello al filme. Los buenos directores, además, admiten las ideas del guionista, del montador, del cámara...
- También hay directores que pueden estropear un buen guion.
Con esos no hay que trabajar (Risas).
- Una buena historia debe tener...
Originalidad. Cada vez hay más películas-fórmula, de esas que se han visto dos mil veces. Hay que evitar todo eso y centrarse en el género, en la manera de contar la idea y en los personajes, pues el espectador se identifica con ellos. Pero yo creo en un cine popular. El trabajo del guionista es hacer accesible la película para que la gente vaya a verla. Hay que aunar calidad y popularidad, y eso sólo se consigue a base de trabajo. En eso somos buenos los guionistas. Por eso digo que los directores son artistas y nosotros artesanos.
- Pero un buen guion puede ser arte.
Si, sí, por supuesto. Y si le preguntas a mi mujer te dirá que soy artista. (Risas) Paso loco varios meses, no duermo... No, en serio, el trabajo es lo más importante. Hay que currarse siempre esa chispa.
- Usted da conferencias con el título 'Por debajo de las imágenes: el arte de sugerir en el cine'. ¿Cómo se consigue?
La sugerencia en el cine es importante y consiste en rodear los clichés del cine, que tiene unos códigos muy marcados. Hay que pensar mucho en la forma del guion y en la realción con la realidad. Hay dos escuelas: las películas inspiradas en otras películas -cada vez son más- y las que se inspiran en la realidad. Jugar con la realidad te ayuda con el drama, lo hace más creíble. Y siempre digo que en el cine la primera mentira es la más importante, porque si te la tragas, te crees toda la película.
- ¿Qué es lo más apasionante y lo más fatigoso de ser guionista?
Lo más apasionante es pensar la película y lo más difícil escribirla. Pensar su arquitectura, su forma, su género, es agradable. Te haces una idea pero luego hay que escribirla, eso es lo duro.
- El rapero Rafael Lechowski decía en Literaktum que la gasolina del escritor es la lectura. ¿La del guionista?
Ver películas todos los días. Yo he venido para dos días y me he traído El circo de Chaplin, Winter's Bone y La noche del cazador. Hay que ver mucho cine, ir a museos y ver muchas imágenes: las fotos pueden contar historias impresionantes.
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04/06/2011 09:18:29