12/12/2010 - 17 usuarios online
«Valoro haber escrito los libros con anticipación, y sin que nos enloquecieran las décimas de rating. La calidad tiene que ver con no escribir de hoy para mañana; poder releer, retocar, trabajar con tiempo», dice a AmbitoWeb Ester Feldman, guionista junto a Alejandro Maci de la mejor ficción argentina del año pasado, «Lalola». «Escribir con tiempo es algo que recomiendo a todas las productoras, porque casi ninguna lo hace. Eso de «Vamos a pulsar el aire» es una frase funesta. Hay tanto que puede afectar al rating, el fútbol, el clima, que no tiene sentido cambiar tramas en función del encendido», completa Feldman.
La tira que emite «América» desde mitad de 2007 dio a la emisora su rating máximo y la dejó tercera. El programa encabezado por Carla Peterson y Luciano Castro, producido por Dori Media Group y creado por «Underground» de Sebastián Ortega y Pablo Culel, fue vendido a más de 25 países en los últimos 6 meses (Francia, Italia, Estados Unidos, Alemania, México, Chile, entre ellos) y también puede verse en un canal asociado en YouTube.
Dialogamos con los guionistas Feldman y Maci sobre las claves de la repercusión de la próxima tira que escriben, «El exitoso Sr. Pels», que también sigue la línea fantástica de desbibujamiento entre realidad y ficción.
Periodista: ¿Por qué logró tanta repercusión «Lalola»? Es una idea que ya se vio en varias películas, la más clara es «Hay una chica en mi cuerpo».
Esther Feldman: El éxito parte de una buena idea, que excede «Hay una chica en mi cuerpo», pues el preguntarse qué pasa si un hombre vive la vida de una mujer es una fantasía mucho más masiva. El pensar cómo soportaría el hombre el dolor de parto, la mamografía, la menstruación. Esto interesa a mujeres y a hombres. También existe un fenómeno muy marcado de tiras vistas por hombres pero que no lo asumen porque se avergüenzan. Acá pasa lo contrario, vienen, discuten.
Alejandro Maci: Lo más interesante fue la empatía entre público y programa. También hay factores inconcientes, e inclusive contextuales, que hacen que el televidente esté predispuesto a ver la tira en un momento de escasísima ficción. En general la telenovela es un relato muy machista, y si algo pone en cripta al machismo latino es el castigo a un hombre que debe vivir en el cuerpo de una mujer. Si bien la gran mayoría es público femenino, despierta la sonrisa cómplice del hombre. Acá lo imposible se vuelve posible y el climax está en el personaje del hombre enamorado de «Lalola» que dice «me encantás pero no puedo». También se toca el campo del prejuicio, con mujeres en cargos directivos, donde se marca cómo el ser mujer hoy es aún una carga adicional. Aunque tengamos una Presidente mujer.
P.: ¿No hay muchas reiteraciones en las telenovelas de hoy?
E.F.: El tema de las repeticiones no es nuevo, modas hubo siempre en TV, salen ocho programas iguales de entretenimientos con leves modificaciones y luego se levantan todos juntos. Me alegra que haya ficción, aunque se repita. Tenemos buen nivel en general, con un público que va eligiendo y diciendo a qué sí y a qué no. Las repeticiones de un mismo tema dan diferentes resultados; a veces funciona más la repetición que el original. Además, no hay tanto nuevo sobre lo que hablar, el tema es el cómo. Hubo tiras con novedades, «Los Roldán» incorporó a un travesti; los soderos hablaban de costumbrismo, es cierto que a la quinta vez igual, aburre. Adrián Suar en su momento planteó novelas en ámbitos masculinos como «Campeones», lo que hizo que los hombres no se avergonzaran de verla pues se escudaban en la pelea de box. El público espera determinados mecanismos, los disfruta y los deja cuando se aburre.
A.M.: La ficción actual y en la antigua Grecia cumplieron siempre una función social, con elementos identificatorios y catárquicos. La TV debería estar mas provista de eso y menos de ese entretenimiento con chivos que empobrece la sociedad. Es obvio que la TV es industrial y comercial, no puedo pretender que sea sólo un medio educativo, pero sería deseable mayor regulación de lo que ven nuestros hijos. Debemos ser responsables de las próximas generaciones que sólo consumen chivos, sorteos, concursos y escándalos del canal de al lado.
P.: Con la próxima tira, «El exitoso Sr. Pels», seguirán con la línea fantástica de un hombre que no vive su vida. ¿Muy parecido al cine de Charlie Kauffman, no?
E.F.: Kauffman es uno de mis guionistas favoritos. El trabajo que estamos haciendo desde «Lalola» y que estará también en «El exitoso señor Pels» tiene que ver con la fantasía de vivir la vida de otro. ¿Quién no sueña con dejar su vida por un rato o más y fantasear con inventar ser otro?
A.M.: No tiene el sentido de algo tan fantasioso como «¿Quieres ser John Malkovich?» pero tiene eso de que «nada es lo que parece». Hay un aspecto del asunto que tiene un poquito de «The Truman Show», con una pareja perfecta que se vende al público, una pareja a la que todos consumen y adoran, pero desde luego esconden otra cuestión. Tiene relación con ese mundo que venden los medios, los modelos que se pretenden.
P.: ¿Qué es lo que más disfruta de escribir para TV y qué es lo que más lo irrita?
E.F.: Lo que más me gusta es a la vez lo que más me disgusta: la masividad e inmediatez. También escribo libros y uno tarda meses en conocer la repercusión, pues se trata de un proceso más lento. En cambio la televisión ofrece inmediatez pero también da poco tiempo de reflexión.
A.M.: Tanto en «Lalola», como en « Criminal», «Tumberos», «Sol negro», siempre hubo gran cantidad de horas involucradas con aquello que luego sería ejecutado. Compromete muchos meses del año, se vuelve muy inspirador, pero también es un trabajo en sí mismo y el riesgo es que esa fuerte veta inspiradora quede relegada.
P.: ¿Como evalúan el papel de los guionistas en el negocio de la TV local?
A.M.: Son piezas clave en el engranaje pero no se los valora del todo, debieran ocupar un lugar de mayor respeto. Cuando los trabajos son tan buenos como, por caso, «Six feet under», parten de un libro extraordinario, también actores fabulosos, pero el proyecto previo de libro es magnánimo.
E.F.: El guionista es la única pata que no está en el set y por eso siempre es más fácil vulnerarlo. El tema de los derechos es muy delicado, soy «argentorista» a rabiar, enseño a hacer valer los derechos, a cobrar aranceles, pero hay un gran camino para mejorar, sobre todo en el tema de la venta internacional. Pero no me pongo en el lugar de los mártires, porque el éxito es siempre de actores y productores y el fracaso de los libros. Cuando hice «Okupas», Rodrigo de la Serna no dormía con tal de que el producto fuera perfecto.
P.: ¿Qué opinan del conflicto de los últimos meses que llevó a levantar ficciones por el reclamo gremial de actores?
A.M.: Hay tantos intereses que en lo último que se piensa es en el público. Lo mismo pasa con el corrimiento horario. Insisto en que la TV debería estar altamente regulada porque es despiadada: importa la medición de audiencia pero no la audiencia.
E.F.: Todos tenemos que cuidar la industria de la que vivimos y tener mejores condiciones, pero evitar matar la industria. Porque después vendrá el slogan «Somos actores, queremos actuar» o «Somos guionistas, queremos escribir».}
© abc guionistas
15/01/2008 13:01:20