25/10/2010 - 22 usuarios online
Por Martín Casariego
El guión es como la estructura de un edificio. No es la fachada, no es lo bonito (o feo) que la gente ve cuando camina por la calle, pero si falla, todo el edificio se viene abajo.
Mi experiencia me ha enseñado que con el guión ocurre algo muy curioso: cualquiera puede opinar. Esto no es algo específicamente español, ni actual. Ernest Lehman, guionista de Con la muerte en los talones, escribió: “Sería inimaginable que un escritor le dijera a un director cómo dirigir, a un productor cómo producir, a un actor cómo actuar o a un fotógrafo cómo iluminar una escena; pero no es del todo impensable que alguien le indique a él cómo se escribe”. Por supuesto, a menudo un productor o un director pueden aportar buenas ideas a un guionista, pero lo mejor sería que las decisiones finales se tomaran de manera consensuada, lo que no siempre ocurre. Según Clint Eastwood, “tanto la actuación como la dirección no son más que artes interpretativas. Escribir es probablemente el lado creativo de hacer cine”. Por supuesto, se puede discutir esta opinión, pero quizá no sea una casualidad que Eastwood sea uno de los mejores directores -es decir, de los que han hecho mejores películas- de los últimos veinte años. El guionista es algo así como el compositor de una obra musical. La parte creativa de un productor o un director, en lo referente a la escritura, debería ser sobre todo saber distinguir el buen guión, y al buen guionista. Y no sería restarle ningún mérito, pues aunque eso parezca fácil, no lo es. Hay un dato interesante: en España el oficio de guionista es el peor pagado dentro del mundo del cine.
Hace años, me molestó leer que un productor afirmara que el problema del cine español era que no había buenos guiones. Esto se ha convertido en un lugar común. Por suerte, cuando lo oigo ahora me hace gracia. Aunque casi todos los productores aseguran que el guión es importantísimo, siempre intentan -es su deber- reducir al máximo su precio. Lo malo es que los guionistas solemos negociar mucho peor que los productores, y éstos cumplen su misión con excesivo celo. Deberían recordar aquello de que con frecuencia lo barato sale caro. Al contrario de lo que ocurre en EE.UU., hablar en España de “guionista profesional” es un oxímoron. Y estando así las cosas, es muy posible que durante muchos años más los productores españoles tengan en sus manos guiones regulares. Bueno, nunca les faltará el consuelo de que, al fin y al cabo, tendrán exactamente aquello por lo que han pagado. Y si el edificio se viene abajo
siempre se puede intentar levantar otro.
La pena es, me temo, que la mayoría de los productores seguirá intentándolo con los mismos materiales.
© El Mundo-abc guionistas
04/07/2009 10:06:11