30/12/2019
La televisión no es una caja idiota por definición, aunque es cierto que hace falta buena televisión, señala el escritor y guionista venezolano Alberto Barrera Tyszka, Premio Herralde de 2006, autor del guion para la telenovela Nada personal y autor de Rating, su más reciente novela.
Con cualquier historia se puede hacer una televisión inteligente, el problema es lo que las televisoras quieren, explica. “La caja no es idiota por definición, aunque sí existe televisión de mala calidad, pobre, sin imaginación y que no desafía al televidente”, expresa.
En su opinión, durante mucho tiempo fue muy fácil culpar a la televisión de todos los problemas que existían. Pero ahora existe la televisión por cable y eso amplía las posibilidades de cinco a 360 canales, aunado a la existencia de internet, que democratizó la experiencia.
“Así que habría que ver si el internet es una caja idiota. Quizá la misma caja se ha transformado. Aunque la ventaja es que el poder ya no lo tiene la caja, sino los usuarios. Eso redefine a la televisión”, apunta.
Sin embargo, reconoce que las telenovelas, durante una época, fueron las responsables de la educación sentimental de todo un continente. “Llenaron un vacío que no cubrió la educación o la familia. Y cuando digo eso, refiero que durante mucho tiempo el discurso sobre la sentimentalidad y lo femenino residieron en la telenovela”.
Había historias de amor, donde las mujeres aprendían sobre valores: virginidad, fidelidad y castidad. Habría que ver la cantidad de veces que aparece la palabra boda, contra la palabra orgasmo que nunca aparece, expresa.
Estas series definían el modelo de mujeres sumisas que siempre esperaban al hombre de su vida y, la única vez que estaban con él, quedaban embarazadas, y aunque eran indias huicholas, las interpretaban actrices blancas.
“Eso representaba todo un canon moral, incluso que se sostenía en una verdad cuestionada: ser feliz y estar casado es la misma cosa o que el destino de la mujer es el matrimonio.
LITERATURA. Sin embargo, el autor de También el corazón es un descuido y Hugo Chávez sin uniforme. Una historia personal, acepta que por encima de los guiones de telenovelas prefiere la literatura.
“A mí me gusta la literatura. Me gusta escribir y escribo telenovelas para sobrevivir. La televisión no es un género literario, es un género audiovisual”, reconoce. Aunque las telenovelas tienen un insumo literario igual de importante que la dirección y la producción.
“Mi literatura está enlazada con una narrativa fraguada en la historia del cuento, no demasiado lleno de imágenes, pero sí con pocos adjetivos, ligado a la tradición norteamericana”, describe.
Sin embargo, destaca que escribir para televisión no es sencillo, pues nunca aparece el argumento original en la pantalla. El producto final está intervenido por otra gran cantidad de participaciones, así que es una especie de autoría coral en la que estamos todos”, apunta.
Sin embargo, una de las cosas que agradece a este género audiovisual es la posibilidad de vivir para escribir, y tener experiencias de televisión distintas porque uno puede hacer televisión no necesariamente idiota, dice.
Tal es el caso de su participación en Nada personal (1996) y Demasiado Corazón (1998) con la producción Argos, la cual fue afortunada porque intentó hacer telenovelas de corte político y de ruptura.
Pienso que hoy la televisión ha cambiado mucho, señala, pues tiene menos importancia y menos poder. La importancia del cable en la audiencia es fundamental y en países como Venezuela donde la piratería es avasallante y mucha gente tiene acceso a cableras piratas, es bueno para los televidentes, concluye.
cronica.com.mx
21/12/2011 18:16:08
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