09/09/2019


Noticias de guion

La responsabilidad del guionista

Más allá del campo audiovisual, en cualquier entorno, existe demasiada gente que pasea sin responsabilidad alguna sobre las causas y efectos que suceden a  su alrededor. Aterrizan, ocupan un espacio y exigen derechos para sí y deberes para los demás.

Ejemplos muy claros los tenemos en políticos, banqueros y una larga prole de personajes multicolor. Son marrones, azules, rojos, verdes, blancos, grises, Sin embargo, en realidad, no son tan distintos entre sí. Comparten un ADN común: bajo una capa de falsa responsabilidad por los asuntos de los demás, pasan de todo lo que no es su propio beneficio.

Su discurso, en síntesis, es el siguiente: "Yo soy muy, muy responsable. Ustedes deberían hacer lo que yo les digo, callar y entender mis razones porque están animadas por la responsabilidad del bien común". Pero resulta que cuando se les quita la careta gracias a alguna pifia financiera, descubrimos que detrás de la fachada se esconde un gran mentiroso. ¡Sorpresa!:¡La responsabilidad era solo un disfraz!


Pero, a estas alturas, ¿realmente "sorpresa"?

Este mal, el de actuar de modo distinto al que se predica, que podría llamarse inocuo si se practicara al estilo Séneca - sin ser utilizado para sacar ventaja propia a costa de las penas de los demás - puede llegar a ser sangrante y mezquino. La hipocresía de un poder económico o político  sumada a la exigencia desproporcionada a los demás, mientras los que demandan sacrificio se dan la dolce vita entre bambalinas, no es de recibo.  

Pero este vodevil, digno de que un nuevo Quevedo lo salpimentara con su pluma, parece que ya está recibiendo una metralla de tomates maduros. La gente no solo está animada a abuchear a los farsantes, sino que asume incluso las responsabilidades que estos, falsamente, afirman ejercer. Lo vemos en iniciativas creadas para solucionar graves problemas de conciudadanos y vecinos, en proyectos de jóvenes empresarios que crean vías de microcrédito viable allí donde los bancos deniegan todo céntimo, en plataformas de ayuda, trueque y todo tipo de intercambio entre seres humanos... sin pasar por el aro del poder.

Estamos en un momento en que, con sosiego, la gente ha dicho BASTA. Ignoramos los pomposos discursos y actuamos. Nos sacamos las castañas del fuego entre nosotros, porque, además, ¡a quién no le indigna ver a los grandes y atildados lanzar retórica financiera mientras dejan que las familias revienten a su lado! ¡A quién no le subleva saber cómo muchos banqueros se niegan al diálogo de soluciones razonables para una vez poseídos los bienes ajenos venderlos en condiciones  ínfimas que hubieran podido salvar a muchos propietarios originales de una ruina innecesaria!

Como guionistas, nos ha tocado vivir en un momento así. ¿Qué haremos con ello?

¿No se nos llena la boca de espuma al ver cómo los políticos multicolor miran a otros faros ignorando lo que tienen a sus pies? ¿O al escuchar cómo solo les preocupa el desacreditar las iniciativas que proponen los de distinto signo, en vez de buscar soluciones para la ciudadanía? ¿No se nos eriza la piel al oír sus indignados argumentos y contraargumentos de unos contra otros en un gallinero donde reina la grotesca y ciega ilusión de que alguien, iluminado por sus palabras, se sumará a su clan y les dará un voto? 

La dialéctica del poder a espaldas del sufrimiento de decenas de miles de familias está dejando de funcionar. Sus prédicas ya no surten efecto. Se ha perdido toda confianza, toda fe. Han convertido la política en una profesión que la asociamos a la de los ilusionistas de tercer nivel, a los que se les ven los trucos sin demasiado esfuerzo. El público ya NO COMPRA la función.

A todos ellos les ha sucedido lo peor. Y si no fuera por la cara amarga de la crisis diríamos que ¡esto es una fiesta! La gente ha dicho ¡BASTA!, un basta a la irresponsabilidad. "Si ustedes no la asumen, NOSOTROS lo haremos". 

¿Y los guionistas? ¿Qué historias contaremos en este tiempo donde lo más interesante es lo que tenemos alrededor?

No podemos obviar que todo el espectro multicolor inmerso en el arco iris del poder, está en "desprestigio profundo", a pesar de cualquier rostro impoluto ante las cámaras. La gente no va a recuperar la fe tras darse cuenta del gran engaño. Sabe que el circo proyectado y la responsabilidad nada tienen que ver por mucho que algunos medios agiten los sonajeros con los mensajes de siempre. 

¿Llega el efecto Islandia? ¿Qué haremos los guionistas? ¿Escribiremos? ¿Saltaremos? ¿Ignoraremos?

La responsabilidad del guionista es la de no mirar a otro lado, aunque trascienda militancias. 

La responsabilidad del guionista es la de no quejarse de forma victimista porque las cosas vayan peor, porque hay demasiados a los que les va mucho peor.

La responsabilidad del guionista es la de seguir creando, inspirando, conmoviendo...

La responsabilidad del guionista es empezar septiembre con ojos de enero, reflexionar sobre el rumbo y enderezar lo que haga falta, sin olvidar que sigue siendo guionista esté donde esté.

Los aconteceres solo le sobrevienen al inerte. Nosotros fraguamos los aconteceres. Nosotros salvamos al vecino. Nosotros regalamos las sonrisas. Nosotros escribimos cuando lo decidimos.  Nosotros creamos y configuramos nuestra vida ...y algo de la de los demás.

Ser guionista en estos días es una verdadera responsabilidad que va más allá del papel.
¿Miraremos a otro lado?

Por Valentín fernández-Tubau

02/09/2013 23:12:08

También te puede interesar:

Te recomendamos leer:

Si te ha sido útil la noticia y deseas compartirla con más personas puedes hacerlo desde aquí, pulsando los botones.