31/10/2020
Isabel de Ocampo es guionista, directora y productora y acaba de ser nombrada presidenta de la Asociación de Mujeres cineastas y Medios Audiovisuales (CIMA). Tiene una sólida carrera como cortometrajista, y en 2009 ganó el premio Goya al Mejor Corto de Ficción con "Miente", que aborda el tema de la prostitución. Hace unas semanas ha estrenado su primera película, "Evelyn" que habla sobre el tráfico de mujeres. La directora nos cuenta más detalles sobre esta película.
Ya tocaste el tema de la prostitución en "Miente", ¿por qué un largo sobre el mismo tema? ¿Se quedaron cosas por contar?
Es un tema que tiene todos los elementos para ser abordado desde diferentes puntos de vista. La perspectiva que yo elegí en EVELYN fue la de la trata de mujeres latinas para la prostitución forzada en Europa. Un tema completamente desconocido y tan incómodo que a los gobiernos les cuesta aceptar que esté pasando con sus ciudadanas. Pero lo cierto es que está ahí, es una violación de los Derechos Humanos y hay muchísimas mujeres y familias enteras sufriendo. Yo encuentro muchos elementos para el drama, el thriller y el terror entendido en su vertiente más real. Había una buena película que contar.
Con "Miente" ganaste un Goya, ¿tener la estatuilla ha afectado a tu proceso de escritura? ¿Te ha dado impulso o por el contrario te da más respeto?
No, al proceso de escritura afectan otro tipo de emociones: muchas inseguridades y miedos y al mismo tiempo mucha felicidad cuando encuentras buenas ideas. El efecto Goya te dura poco. Luego vuelves a la percepción habitual que tienes de ti mismo. Además, EVELYN era mi primera película, no podía guardarme nada, ¡había que darlo todo con Goya o sin Goya!
Escribir esta película te ha llevado a un profundo proceso de investigación, ¿cómo definirías todo este tiempo que estuviste investigando sobre la trata de mujeres?
Realmente ha sido lo más estimulante del proceso. Porque era tanto el conocimiento que íbamos adquiriendo de las miserias y grandezas del ser humano que continuamente se nos llenaba la cabeza de ideas alternativas para otras películas y guiones. Aparte, los propios prejuicios o las ideas preconcebidas que teníamos sobre las personas o los temas, todo se iba cayendo como un castillo de naipes y la realidad y su riqueza se iba imponiendo poco a poco en la historia.
Abordaste el guion desde prácticamente el desconocimiento del mundo de la prostitución, ¿aconsejarías a un guionista novel a elegir temas que conozca o le animas a que se lance a investigar como tú has hecho, un tema tan ajeno?
Yo creo que hay que escribir sobre lo que a uno le salga del alma, si se conoce el tema, trabajo que tienes hecho, si no, no hay que perder la oportunidad de documentarse porque es lo más apasionante y lo que te va a enriquecer como guionista y como persona. Si abordas un tema que te resulta ajeno sin estudiarlo previamente corres el riesgo de caer en clichés y lugares comunes.
No es un tema fácil... ¿Fue difícil encontrar un tono adecuado para el guion?
Sin duda lo más difícil fue eso. Es un tema muy resbaladizo, pero teníamos claro que no queríamos caer en lo lacrimógeno, quería hacer una película con mucho nervio, que ante todo no te dejara indiferente y sobre todo que fuera creíble. Mi obsesión era conseguir la credibilidad para que se produjera la empatía necesaria para entender a la protagonista.
Escribiste el guion con Juanma Romero, ¿te hacía falta la visión masculina para crear la historia o se debe a otro tipo de razones?
Jajajaja, esta pregunta me hace reír un poco, porque creo que muchos personajes femeninos en el cine y en la tele mejorarían si detrás hubiera guionistas mujeres. Yo creo que escribir sola hubiera sido menos estimulante y más laborioso. Hay que escribir con quien te entiendas y con quien logres una buena sinergia. En este caso, con Juanma tuve mucha suerte porque es muy generoso y tenía claro que yo iba a dirigir la película y que por tanto, yo necesitaba una conexión 100% con la historia . Pero me aportó mucho más su faceta de dramaturgo que otros factores, por ejemplo.
Has afirmado que es una película muy visual, con mucha simbología como los colores rojo y verde... ¿esto ya lo tienes en cuenta en el guion o forma parte de tu lado como realizadora?
Bueno, cuando tienes que llevar un guion a la pantalla es como si tuvieras muchos instrumentos con los que formar una melodía que transmita las emociones que tu quieras al espectador. Durante el rodaje, el guion se convierte en un instrumento más, pero los colores, los actores, los sonidos, el encuadre, la música, los movimientos de cámara, el tipo de luz... todos son ingredientes que tienes que saber combinar para lograr provocar la emoción que deseas despertar. Es un trabajo coreográfico y milimétrico que requiere mucha precisión y reflexión. Como cuando creas colores con acuarelas, si te pasas mezclando el rojo y el blanco, te sale rosa, y a lo mejor no querías rosa, querías rojo claro nada más. A mí me encanta ese trabajo específico de Planificación y Dirección y por eso no puedo evitar ejercerlo mentalmente mientras escribo.
La película, sin duda, no deja indiferente a nadie, pero ¿está siendo diferente la reacción si es un hombre o si es una mujer quien la ve?
Que va. Pensé que iba a ser así al principio pero no. Me he encontrado principalmente con esto que tu me dices. La gente se queda muy impresionada, nada indiferente. Y eso es bueno para mí. Es mi primera película, y también el primer largometraje para muchos miembros del equipo como por ejemplo los directores de arte (Rocío Peña y Carlos Aparicio) que han hecho un trabajo exquisito, así como el resto del equipo. No es que vaya yo ahora a tirarme flores, pero nos ha salido una película muy potente.
¿Qué te gustaría decir de esta historia que no te hayan preguntado?
Me gustaría resaltar el trabajo de construcción del personaje que ha hecho la actriz peruana Cindy Díaz. Es un personaje golosísimo para cualquier actriz porque en los 96 minutos que dura la película ella sale en el 90% de las escenas y va recorriendo poco a poco una variedad infinita de registros interpretativos, que van desde la ingenuidad a la ira, locura, decepción, amor, ironía, miedo, terror, abatimiento... Es una gama amplísima de matices que sabe transmitir de una manera muy poderosa. De nada hubiera servido haber escrito el mejor guion del mundo si un actor no entiende al personaje. A veces nos devanamos los sesos tratando de escribir una secuencia entera para explicar sentimientos que ellos lograr resumir levantando una ceja, por ejemplo.
De la misma manera, el envolvente y cautivador trabajo de Adolfo Fernández. Interpreta a un escalofriante proxeneta y lo hace, entre otras cosas utilizando dramáticamente su respiración, es algo que no ha pasado desapercibido para muchos periodistas que me señalaban lo impresionante que resulta este enorme actor, en un registro en el que no le habíamos visto nunca antes. Creo que es una película en la que mucha gente va a disfrutar y a aprender viendo trabajos interpretativos sólidos y muy bien construidos, entre otras muchas cosas.
Laura Bermejo para abcguionistas
29/06/2012 17:54:45
Si te ha sido útil la noticia y deseas compartirla con más personas puedes hacerlo desde aquí, pulsando los botones.