07/05/2010 - 7 usuarios online
«Si hablamos de educación emocional más que académica, las películas fueron esenciales en la mía, sobre todo a finales de la adolescencia. Para mí el cine de Preston Sturges es más importante que muchos libros supuestamente imprescindible», asegura Nick Hornby, que gracias a novelas como Alta fidelidad o Fiebre en las gradas se especializó en retratar a hombres obsesionados por la cultura pop arrojados al aterrador mundo de los adultos y que ahora ha cambiado el punto de vista. Su guión de An education, que escribió basándose en las memorias de la periodista Lynn Barber acerca de sus años formativos y por el que aspira al Oscar, es la historia de iniciación de una adolescente obsesionada con Juliette Gréco –el pop que no falte— y, sobre todo, con hacerse mayor, informa El Periódico.
«Si hablamos de educación emocional más que académica, las películas fueron esenciales en la mía, sobre todo a finales de la adolescencia. Para mí el cine de Preston Sturges es más importante que muchos libros supuestamente imprescindible», asegura Nick Hornby, que gracias a novelas como Alta fidelidad o Fiebre en las gradas se especializó en retratar a hombres obsesionados por la cultura pop arrojados al aterrador mundo de los adultos y que ahora ha cambiado el punto de vista. Su guión de An education, que escribió basándose en las memorias de la periodista Lynn Barber acerca de sus años formativos y por el que aspira al Oscar, es la historia de iniciación de una adolescente obsesionada con Juliette Gréco –el pop que no falte— y, sobre todo, con hacerse mayor.
«El texto de Barber me interesó porque es muy divertido y a la vez muy triste, y eso no es habitual –comenta Hornby--. También me dio la oportunidad de explorar una época muy interesante en mi país. En Inglaterra los 60 no empezaron hasta 1963 o 1964, entre el final de la prohibición a El amante de Lady Chatterley y el primer elepé de los Beatles. En 1962, cuando la película se sitúa, la mayoría de la gente seguía atrapada en la austeridad de posguerra».
En ese contexto, Jenny (Carey Mulligan) muestra una firme autodeterminación para construirse un futuro en un mundo cambiante en el que las mujeres jóvenes ya no deberán escoger entre ser maestras o amas de casa. Y, como los otros vástagos de Hornby, deja que la música, las películas, los libros y el arte que ama la ayuden a averiguar quién es y quién quiere ser. Asimismo, An education muestra cómo la ansiedad por la movilidad social de aquellos años hace que Jenny se rinda a las atenciones de un hombre mayor, David (Peter Sarsgaard) y a cambiar Oxford por un glamuroso mundo de cine extranjero, arte, viajes, regalos caros y nightclubs. Según Hornby, «es una chica muy inteligente y segura de sí misma que no sabe qué hacer con esas cualidades, y por eso esas cualidades no necesariamente la llevan a tomar decisiones correctas». Jenny siempre tiene una respuesta para cada situación, pero eso no significa que sepa cuidar de sí misma.
«Reconozco que es increíble que nunca le hiciera preguntas a David –explicó una vez Lynn Barber acerca de su historia--, y culpo de ello a Albert Camus. Una de las reglas del existencialismo, tal como mis amigas y yo lo practicábamos, era que nunca hacías preguntas, porque hacer preguntas demostraba que eras ingenua y burguesa, y no hacerlas indicaba que eras sofisticada. Yo quería a toda costa ser sofisticada». En cualquier caso, la adaptación de Hornby no emite juicios. Trata la llegada de una mujer al mundo de los adultos como una historia de misterio, aventura y desengaños, no como algo que necesite ser legislado. «Cuando se trata del primer amor, alguien siempre resulta herido, no porque una de las dos partes se esté aprovechando de la otra, sino porque descubrir el sexo nos hace vulnerables. Pero también nos proporciona un amargo regalo: la libertad para cometer errores», dice el autor.
© El Periódico - abc guionistas
27/02/2010 10:42:30