29/07/2017
Comentaba, hace poco, el placer que me suponía experimentar y nutrirme del libro de Xavier Pérez y Jordi Balló "El mundo, un escenario: Shakespeare, el guionista invisible", publicado por Anagrama. Un libro que recomiendo desde estas líneas por los descubrimientos que ofrece y por su claridad expositiva. Recomendación sin tapujos.
Y para que aumenten las ganas de adquirirlo, me voy a permitir dar un ejemplo de algunas de sus perlas. Las elegidas se refieren a diálogos, por la aportación que hace muy por encima de los conocidos manuales de guion, que poca utilidad tienen para este campo tan crucial a la hora de escribir, y porque suma de manera complementaria a mi propio sistema de diálogos por el que ya han pasado más de 10.000 autores.
El diálogo cinematográfico es un área de especialización que he venido desarrollando desde que en 1999 inaugurara el curso "Los diálogos en el guion", en el Festival de Cine de Ourense, con el empuje de la Asociación Galega de Guionistas, AGAG, y que dio pie a su expansión a través del Sindicato de Guionistas ALMA, o instituciones de formación como la Universidad Pontificia de Salamanca, La Universidad de Córdoba, la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba), El Instituto del Cine Madrid, los programas internacionales de desarrollo Co-Pilot y Four Corners (en inglés), y, por supuesto el Curso Oficial Online de Ars-Media y Abcguionistas, así como los talleres y cursos introductorios con esas dos marcas, o el libro "El guion para series de televisión" (Instituto RTVE), donde me encargo del capítulo sobre los mismos, enfocados al medio televisivo.
Raro es, por tanto, que me detenga precisamente a poner lupa sobre un área que trato extensamente y si lo hago es, indudablemente, porque las aportaciones de Pérez y Balló significan un plus que no puede pasar desapercibido, y lo hacen, ni más ni menos que observando la manera de conducirse de un maestro de maestros que trasciende toda temporalidad: William Shakespeare.
Entresaquemos, pues, algunos tesoros del libro:
Sus autores nos dicen, refiriéndose a la obra shakesperiana que "el uso del diálogo como herramienta para obtener diversos efectos en el desarrollo de la trama nos permite, por lo menos, definir tres usos distintos del intercambio oral que serán muy frecuentes en la posterior tradición fílmica y televisiva: a) el diálogo que hace avanzar la acción (NOTA: el tipo de diálogo al que usualmente se refieren los textos con marca Hollywood); b) el diálogo que la retrasa, y c) el diálogo que prescinde de ella y se erige en territorio aparte".
De ahí surge la necesidad de grabarnos a fuego que la función del diálogo no es únicamente la de avanzar acción, y que si solo abordamos esta variable, será más fácil caer en un tipo de diálogo que suene mecanizado, demasiado efectista y al grano, desvistiéndolo de elementos propios de la realidad, que impedirán que adquiera tonalidades dignas de tener en cuenta si queremos sobresalir en ese campo.
Pero ubicándonos dentro del que sí hace avanzar la acción, Pérez y Balló hablan de la forma más genuina del diálogo shakesperiano: la discusión. "Un personaje nunca reafirma lo que dice el otro sino que siempre encuentra agudas palabras de réplica". Remedio infalible contra uno de los 25 errores más comunes al dialogar: el diálogo no reactivo. Siguen matizando: "Este sistema tiene efectos sublimes en las escenas de amor, sistemáticamente concebidas como intercambios ingeniosos de réplicas y contrarréplicas. Romeo y Julieta es un paradigma perfecto, hábilmente disimulado por el aparente lirismo que se desprende de las palabras de los dos enamorados".
El análisis ilustrativo Romeo y Julieta, nos hace disfrutar una vez más de esa conjugación de emociones y sentires que no encuentran lugar a través de una sinfonía de palabras y pensamientos que encuentran eco en el otro, sino a través de un diálogo adversativo que no anula el sentimiento sino que lo aviva y lo hace crecer. Esencia pura de la comedia romántica, la guerra de los sexos, pero también empleado por Shakespeare con igual maestría en una tragedia como Antonio y Cleopatra.
Observan con pleno acierto los autores que el diálogo adversativo es el terreno que han cultivado lo mejores guionistas audiovisuales "para evitar romanticismos azucarados y exaltar de la manera más vital posible la fuerza paradójicamente adversativa de las parejas carismáticas". Citan específicamente los diálogos de las comedias clásicas de Howard Hawks, Preston Sturges, Gregory La Cava, Mitchell Leisen, o Leo McCarey, llenas de ingeniosas réplicas adversativas "en el interior de las cuales se advierte tanto la magia del complemento como la admiración encubierta que experimenta cada uno de los protagonistas por la inteligencia del otro, como si alargar la discusión significara demostrar hasta qué punto llega esa adicción":
Pero para quiénes estas palabras aún no resuenen, usemos tres diálogos que Pérez y Balló sacan del propio Shakespeare y su Romeo y Julieta para ejemplificar cómo incluso la historia de amor por excelencia se construye no a base de buscar la concordancia en los diálogos sino justo lo contrario. Observemos...
El beso en los labios:
Romeo y Julieta dialogan sobre la posibilidad del beso en los labios... Veamos cómo se crea la discordancia a pesar de que el sentir de fondo es el mismo:
ROMEO: ¿Y no tienen labios los santos y labios también los piadosos peregrinos?
JULIETA: Si, peregrino; labios que deben usar en la oración.
Veamos, ahora, cómo usa Romeo la analogía de la premisa para demandar la acción de Julieta y lo que replica ella...
ROMEO: ¡Oh entonces, santa adorada, deja que hagan los labios lo que las manos hacen! ¡Ellos te ruegan, otórgales la gracia, para que la fe no se cambie en desesperación!
¿Cede Julieta ante esa argumentación? Veamos cómo reacciona con una negativa que no implica cerrar puertas sino todo lo contrario...
JULIETA: Los santos no se mueven, aunque accedan a las súplicas.
Un ejemplo perfecto de cómo no dar lo esperado de la forma esperada se convierte en dar lo esperado de una forma más eficaz y superior a toda expectativa.
La expresión de sentimientos:
Veamos ahora como el juego entre la moderación de Julieta y la impaciencia de Romeo vuelve a ponerse en acción en otro diálogo... Romeo pide a Julieta que exprese los sentimientos mutuos de felicidad...
ROMEO: ¡Ah, Julieta!, ¡Si la medida de tu ventura se halla colmada, como la mía, y tienes mayor arte para expresarla, perfuma con tu aliento el aire ambiente, y deja que la melodiosa música de tu voz cante la soñada felicidad que cada uno experimentamos con motivo de este gran encuentro!
¿Los expresará ahora ella? Constatemos cómo responde...
JULIETA: El sentimiento, más rico en fondo que en palabras, se enorgullece de su esencia, no de su ornato. Los que cuentan sus tesoros son simplemente unos pordioseros.
Lo que llamaríamos hoy en día un corte tremendo, en apariencia, porque no es tal en su fondo, puesto que le da a entender lo que siente en el subtexto de la propia frase. Una vez más, Shakespeare no nos da lo esperado de la forma esperada sino a través de una réplica adversativa más eficaz y superior a la expectativa original que pudiéramos tener.
La partida tras la noche de bodas:
El tercer caso ejemplifica cómo el diálogo adversativo también está en boca de Romeo. En este caso, en una situación en la que los enamorados se debaten entre la necesidad de que Romeo parta al exilio y el deseo de permanecer en el lecho nupcial.
JULIETA: ¿Quieres partir ya...? Aún no ha despejado el alba... Era el ruiseñor y no la alondra, que hirió el fondo temeroso de tu oído...
ROMEO: Era la alondra, la mensajera de la mañana, no el ruiseñor...
Los ejemplos de Pérez y Balló ilustran perfectamente lo expuesto anteriormente: el empleo del diálogo adversativo, de la réplica adversativa para lograr tensión, conflicto a pesar de la unión esencial, ruptura de expectativas y predicciones de la mente del público, en un modelo que sirve para llevar al diálogo a alturas estelares.
El libro de los autores va mucho más allá. Todo lo expuesto se entresaca de un par de páginas de las más de 200 que tiene el libro. Una verdadera joya.
Y sirve esto para recordar que el arte de dialogar es pieza esencial para transmitir los contenidos que deseamos comunicar a través de una historia y su trama, y que precisamente la pericia o falta de ella en la manera de construir diálogos va a determinar que esa historia se perciba de una forma u otra bien distinta. Que la encumbre o que la arruine.
Precisamente para que ocurra lo primero y no lo segundo, cada cierto tiempo ponemos en pie el Curso Oficial Online "Los diálogos en el guion". Una vez más, tendrá una nueva edición, en esta ocasión en enero.
Para leer más acerca del curso de diálogos y su programa:
http://www.dialogoscine.com/dialogosonline/blackfriday.html
Para adquirir el libro de "El mundo, un escenario: Shakespeare, el guionista invisible":
http://www.amazon.es/escenario-Shakespeare-guionista-invisible-Argumentos-ebook/dp/B015QHUT2K
Entretanto, aquí quedan las reflexiones sobre Shakespeare para meditar acerca del poder de los diálogos en la percepción de un guion. Tan solo la punta del iceberg.
Valentín Fernández-Tubau
Cofundador y director de Abcguionistas y Ars-Media
01/12/2015 21:47:46
Si te ha sido útil la noticia y deseas compartirla con más personas puedes hacerlo desde aquí, pulsando los botones.